Saturday, February 20, 2010

UNA RUEDA EN EL CAMINO



Hace mucho más frío en Varanasi ahora que cuando nos fuimos, y la niebla cubre a la ciudad y al río permanentemente, dándole una textura láctea a la existencia. Todo parece más misterioso, más medieval aún, bajo esta nueva luz cargada de silencios, de ecos remotos. Kashi, la ciudad más antigua del mundo, la ciudad del sol; Kashi más antigua que la historia y que los dioses mismos.

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Ayer nos encontramos a nuestra amiga Cécile, la francesita que conocimos en Rishikesh. Acaba de volver de Nepal y trae malas noticias sobre la renovación de visas indias: nuevos reglamentos que ponen en entredicho nuestra estancia en la India y también, en consecuencia, el encuentro con Stefano y Vicenzo a finales de febrero. Pero ella es adorable y la hemos adoptado.
Hoy pasamos el día en Sarnath, respirando aires budistas. El frío es intenso y la niebla sigue cubriendo todo, pero estamos muy contentos y viajamos calientitos, todos apretados en el asiento trasero de una moto-rickshaw.
La rueda del dharma sigue girando, aunque ya no me quedo fascinado mirándola girar. De todas las parábolas budistas quizás la que más me gusta es la que equipara al dharma (al buda, al budismo) con una barca que permite al viajero atravesar un río. Una vez del otro lado el viajero se olvida de la barca, y la deja ahí para que otros sigan cruzando. En la versión taoísta el río es un pez y una red ocupa el lugar de la barca, pero el mensaje es el mismo. El medio es el mensaje y el mensaje es la vía del medio.

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