Thursday, February 4, 2010

MORE MONKEY BUSINESS



“’Indians are basically a very violent people. (…) Killing a man is nowhere considered contrary to any ethical code. You must understand that the Ramayana and the Mahabharata rule the everyday religious code of the Hindus, just as the Koran does for the Muslims, and these are books which extol killing for a greater purpose. I should think that, like any other Indian, I had no sense of ethical outrage in advocating killing for a cause.’
‘Gandhi?’
‘Of the many ideals of Gandhi which the Indians didn’t accept, ahimsa, non- violence, stands out most’.”
(Naipaul, entrevistando a un ex-miembro del movimiento Naxalita, Partido Comunista de la India Marxista-Leninista, en India: A Million Mutinies Now)

*

Monkeys! Bhandar!
Todos los días en Varanasi se lleva a cabo la eterna batalla entre monos y hombres. Los monos recorren los techos, paredes, cornisas, postes y cables de la ciudad, su habitat desprovisto ya casi totalmente de árboles, asesinados por los hombres en su obsesión constructora: donde había bosque hay edificios, y los monos sin saber porqué viven ahora en una selva de concreto. Es una guerra de baja intensidad, y los monos roban comida, con pequeños gestos de violencia dirigidos exclusivamente a asustar al humano desvalijado y no a dañarlo (aunque muchos han sido mordidos alguna vez por un mono, lo que conlleva varias visitas al hospital para recibir inyecciones contra la rabia), mientras que los humanos los alejan con palos y gritos de “Jaat!” Los monos están vivos y son libres en la India porque son sagrados: son súbditos de Hanuman, Rey de los Monos, héroe del Ramayana y mayor aliado del dios Rama; Hanuman es hijo del viento y ha adquirido él también la indiscutible e insuperable categoría de dios.
La relación entre monos y hombres es, no obstante, difícil y frágil, y los monos a estas alturas prefieren evitar con nosotros el contacto visual (yo haría lo mismo si fuera un mono), mientras que todas las casas están protegidas por barrotes y alambrados que uno podría pensar servirían para evitar robos de ladrones humanos, pero que en realidad están ahí para evitar que se metan a la casa los monos.
Hay muy cerca de nuestra casa uno de los últimos árboles que quedan en la parte vieja de Varanasi. Es un banyan, un laurel enorme y seguramente pluri-centenario, de múltiples troncos e innumerables ramas e infinitas hojas. Un bosque entero en un árbol, y en él se refugian, como en un parque, las familias de monos, mientras que a sus pies los cachorros de humano están de luto por los cometas multicolores que ahora adornan sus ramas.

“I am a banyan tree,
standing here,
for hundred and three years,
breathing, watching!
A silent witness to many
stories, events and people…”
(Geeta Radhakrishna)

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Tarde de paseo por la Universidad Hindú de Benares, conocida aquí como BHU, con el pretexto de ir a unos conciertos en la escuela de música. El campus, en el típico estilo neo-colonial, es un remanso de paz y de verdura en medio del caos de la ciudad, y gozamos de la pausa en nuestra rutina cotidiana: ghat principal-ashram-Bengali Tola. En el campus hay un gran templo dedicado a Visnhu, y en uno de los puestos de la entrada nos comemos unos deliciosos buñuelos con chai.
Hoy se fueron hacia el sur nuestros amigos Vincent, el holandés, y Moran el israelí, que eran lo último que quedaba de nuestra vida social. Anoche, a manera de despedida, fuimos a cenar a un restaurancito nepalí lleno de israelís: era Hanukah y se la pasaron cantando en hebreo y encendiendo velas. Hanukah es una festividad relacionada con la destrucción del templo de Jerusalem por parte de los griegos, y su simbolismo, según la madre de Morán, es el de sacar a la obscuridad de nuestros corazones para dejar entrar la luz del amor. Los padres de Moran están aquí de visita, y el padre es particularmente interesante, ya que es un judío de Bombay que emigró a Israel hace unos treinta años. Habla hebreo, hindi, y maharati, además de un inglés à l’indienne. Se dirigen ahora a Bombay, precisamente, a visitar a los pocos parientes que les quedan, la más cercana de las cuales es una tía casada con un hindú; la ya pequeña comunidad judía debe de estar reduciéndose cada vez más, entre los matrimonios mixtos y la emigración a Israel.

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