Sunday, July 19, 2009



"The Song still remains which names the land over which it sings".
(Martin Heidegger, What are Poets For?)


Pasa un punky con una camiseta que dice: "Home is in my head". Y las paredes de la ciudad alzan un punho amarillo en cada esquina, como en Barcelona se multiplicaban las ovejas negras.
Por la noche de vuelta a Beyoglu, con los amigos espanholes, a probar un poco de la "movida" istambulesa. Curiosa, porque a pesar de la modernidad apelada a gritos, se siente el peso silencioso y lapidario del islam.


Me tomo el dia con calma con un largo paseo en barco por el Bosforo, para entender la geografia unica de esta ciudad, mitad europea y mitad asiatica. El Bosforo es el canal natural que une al mar Negro con el Mediterraneo y pasan diariamente centenares de enormes buques petroleros, y no solo. Es majestuoso, como su nombre, ancho y profundo, y esta cubierto por bosques obscuros que bajan hasta el agua, en donde la aristocracia construyo, y sigue construyendo sus yalis, o residencias de verano. El mar de Marmara, el Bosforo, los dardanelos, el mar Negro, palabras que son poesia para mis oidos de viajero probablemente desde que lei "Keraban el testarudo", de Julio Verne, que contaba la historia de un turco terco de Istambul que con tal de no pagar el impuesto por cruzar el Bosforo decide dar la vuelta completa al mar Negro: la novela cuenta sus peripecias.
Yo, un poco menos testarudamente, me subo a un autobus con direccion de Trabzon, en la costa noroeste de la Turquia. 18 horas de viaje, 70 Liras.

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