Sunday, July 12, 2009

Primeros dias.


Desde que sali he viajado en los trenes y los barcos mas lentos, por ser los mas baratos. Lo unico que tengo en abundancia es tiempo, y cada centavo ahorrado cuenta. Viajar por tierra y por mar, hoy en dia, es un acto poetico, una declaracion de rebeldia en contra del progreso y de la velocidad, y asi como la idea del slow-food ha de imponerse poco a poco a la del fast-food (por ser mejor, simplemente), yo enarbolo la idea del slow-travel. Para que no se pierda el gusto y el encanto del trayecto. "Half the fun is getting there", decia mi papa. Ademas asi nos ahorramos esa horrenda cosa que son los aeropuertos, los controles aduanales y las maquinas de rayos X, y el limbo eterno de las salas de espera. Nadie me ha obligado aun a quitarme los zapatos.
En mi mochila, aparte de la trompeta y un saco de dormir, llevo un poco de ropa, un par de libros, este cuaderno, un par de utensilios de banho y de cocina y algo de comer: un trozo de pan de centeno y uno de queso, unas aceitunas negras de Kalamata y dos jitomates. Lo que no llevo son llaves: un viajero nunca lleva llaves. Las llaves representan a los bienes materiales y a la vida sedentaria, y siento con fuerza su ausencia en mi bolsillo derecho: ni llaves de casa, ni de coche, ni de bicicleta, ni nada.
A bordo del "Seatrade", que navega con bandera chipriota, encontre un rinconcito decente donde externder mi saco de dormir, en un pasillo debajo de una escalera que lleva al interior de la nave, y pude disfrutar de unas buenas horas de suenho. Cuando amaneci, a eso de las seis de la manhana, el sol estaba ya altisimo y el barco aun a horas de Igoumenitsa. El mar es azulisimo y a nuestra derecha tenemos la larga y verde isla de Corfu, mientras que a la izquierda se ve la costa, mas arida y misteriosa de Albania. Son aguas tranquilas y en el cielo las pocas nubes parecen algodon deshebrado que el sol esta disolviendo en la atmosfera.
Grecia una vez mas. El pais del mar, la cuna de la civilizacion occidental, la tierra del kaimos, el puente con el oriente, espejo invertido de su eterno rival Turquia. Leyendo a Orhan Pamuk me doy cuenta de cuanto en el fondo se parecen, viven ambos de las glorias del pasado y de la tristeza de saber que esa grandeza no volvera jamas: los turcos tambien tienen su kaimos, al que llaman huzun. Aqui la vida se goza y se sufre con igual intensidad, y a menudo al mismo tiempo: almas contradictorias. Y el tiempo marca su distancia con la europa continental adelantandose una hor, alejandose de Greenwich y acercandose a Asia. Este es el primero de muchos cambios de horario. Son las diez de la manhana y aun no hemos llegado a Igoumenitsa.
Comienzo a tener hambre.

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"All civilizations are as transitory as the people now in cemeteries.
And justas we must die, so too must we accept that there is no return
to a civilization whose time has come and gone".
(Abdulhak Sinasi Hisar)

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Igoumenitsa no es ya aquel puertecillo somnoliento y abandonado de la mano de dios que era cuando lo pase por aqui por primera vez anhos atras. Ahora que la via Ignacia, la antigua via romana que unia a las dos capitales, Roma y Bizancio, ha sido convertida en una autentica autopista, Igoumenitsa se ha transformado en una etapa importante del comercio entre Europa e Istambul. Poco queda ya de la playa en la bahia, ocupada casi en su totalidad por el nuevo puerto, mientras que la ciudad se ha expandido con la velocidad de un hormiguero y comienza a escalar los montes tambien, devorando el poco bosque que queda. Nunca mas claro el efecto del comercio sobre la geografia.

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