Thursday, January 28, 2010

MISCELÁNEA

“Well, there are a few of them… marvelous, mature, wise people. Real people, the phrase is, radiating serenity. And how did they get to be that way? Well, we know, don’t we? Every bloody one of them’s got a history of emotional crime, oh the sad bleeding corpses that litter the road to maturity of the wise serene man or woman of fifty-odd! You simply don’t get to be wise, mature, etc, unless you’ve been a raving cannibal for thirty years or so”.
(D. Lessing, The Golden Notebook)

Últimas novedades desde Varanasi: Shyam volvió de Assam y comenzamos con las clases de Sitar; Jake se mudó a nuestra casa; hace cada vez más frío por las noches y nos estamos agripando todos (menos Bernardo, que tiene una salud de acero); ya tenemos cocina, en una especie de armario con ventana que nos liberó la familia con la que vivimos, mientras que el tanque de gas, el quemador y los utensilios de cocina nos los prestó Keshav (el tanque lo llené en un negocio que está por Bengali Tola, donde compramos además un pequeño quinqué para cuando se va la luz, o sea tres veces al día).
La casa, una de esas tradicionales casas de tres pisos, techo-terraza y patio interior, es también una escuela de música; el padre toca el santoor, y su hijo, Navi, la tabla. Además de ellos viven aquí una vieja y decrépita abuela casi ciega que insiste en hablarme en hindi, y cuatro hijas, muy guapas, la menor de las cuales, Cheenie, se ocupa de tratar con los huéspedes, todos extranjeros. Nosotros tenemos dos habitaciones en el piso intermedio, además de nuestra pequeña cocina. Además de nosotros hay tres huéspedes más: Jake, Premraj (un noruego que se cambió de nombre, uno más de esos “born again”), y un señor francés con el que hemos tenido poco contacto. Estamos literalmente en el corazón de Varanasi, a unos veinte metros del ghat principal, Dasaswamedh, y a media cuadra de Bengali Tola. Estamos rodeados de gente, de monos, vacas, perros, búhos, ratas, ratones, búfalos, y mucha mierda. Constantemente hay pujas (ofrendas), música, campanadas, tambores, cantos, gritos, y todos los días el lechero nos deja un litro de leche fresca de vaca o de búfala, por veinte rupias, leche densa y rica que hay que hervir antes de beber.
Hoy fuí con Jake a una clase de yoga, y resultó que el maestro era el loco aquél de Sunil, con el que tomé una clase hace ocho años en Dharamsala: es un personaje excéntrico al que le encanta reírse, pero que no parece yogi para nada con su panza y sus dientes podridos, sus clases son desordenadas y tiene una opinión demasiado elevada de sí mismo: claramente no vamos a volver. Además tenemos una terraza fabulosa para hacer yoga en casa.

No comments:

Post a Comment