Tuesday, September 8, 2009

ÚLTIMAS DE PAKISTÁN



Primer día de ramadán. Casi todo está cerrado y no se puede comer ni beber nada (en público). Por la mañana largo paseo explorando las ruinas de Taxila, una de las más importantes ciudades de Gandhara, la civilización budista que vivió en esta zona, y en Afganistan (los famosos budas que destruyeron hace unos años los iconoclastas de los talibanes...), hace dos mil setecientos años, y de la que se habla en el Mahabharata. Es un ejemplo ya no clásico, sino también único, de una cultura greco-budista, y fue un gran centro urbano, religioso y educativo. Aquí estuvieron Darío, Alejandro y Ashoka, y desde aquí, dicen, entró el budismo en China. Taxila está situada en un valle verde y hermoso a unos treinta kilómetros de Islamabad, rodeado por montes y atravesado por canales de agua en los que los niños se están bañando. El calor es intenso, y algo de estos montes y de estos árboles me recuerda al mediterráneo.

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¡Ya tengo la visa para la India!
Y con la visa en la mano vuelvo a Lahore, a pasar unos días aquí antes de cruzar la frontera. Se acerca la última etapa de la travesía: Lahore-Amritsar-Delhi.
En Lahore descubro a unos músicos muy interesantes que pertenecen a una tradición similar al qawwali y que es conocida como "khawan naat". Se trata de Ahvez Qadri, y de su hijo Farhan Ali Qadri. Es música mística, de trance. Como los Jackson 5.

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Amanezco con diarrea, pero sin dolor de estómago, por lo que la interpreto como una adaptación al clima de Lahore, caliente y húmedo. Aún así, desafiando a mi estómago, voy a conocer el caos del viejo Lahore, es decir la parte de la ciudad que estuvo alguna vez intramuros. Estando en la calle comienza a llover una lluvia fuerte, monzónica, que no baja para nada la temperatura, sino que convierte a la ciudad en un baño de agua tibia y vapor, y lodo, y contaminación, y tráfico, y ruido, y pordioseros, y vacas, y chivos, y gallinas, y basura.
En un extremo del viejo Lahore está el Shahi Qila, o fuerte de Lahore, una estructura impresionante que fuera el palacio de varios emperadores mogoles, como Akbar, Jehangir, Shah Jahan y Aurangzeb, además de ser la fortificación que albergaba sus ejércitos. Hoy en día está abandonado y se visita casi como una ruina arqueológica, o para disfrutar de la vista y de sus jardines. Sus puertas y caminos son enormes porque a los mogoles les gustaba pasearse en elefantes.
A uno de los costados del fuerte está la mezquita Badshahi, construída por Aurangzeb en 1674, y que representa uno de los mejores ejemplos en el mundo de la arquitectura mogola, mientras que en otro de los costados está el templo sikh que contiene el mausoleo del Maharajá Ranjit Singh (fundador del imperio sikh, que duró poco porque se topó pronto con los británicos), a la vez que el gurudwara de Arjan Dev, quinto gurú de los sikhs.
Todo el complejo arquitectónico es maravilloso e imponente, y es casi un milagro en medio del horror que es Lahore. Como una flor viva aún en un ramo ya marchito.

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