Wednesday, September 2, 2009

PESHAWAR



A 160 kilometros al este de Islamabad, y a tan solo treinta de la frontera afgana, se encuentra Peshawar, capital de los territorios de la frontera noroeste, y de los pshtunes (o patanes), uno de los grupos o etnias tribales mas numeroso del mundo. Kabul esta a otros 150 kilometros tras el paso Khyber, la historica ruta que unia (une) al subcontinente con asia central. Por ahi han pasado por milenios ejercitos de conquistadores, mercancias, ideas, armas y drogas. La frontera oficial es la linea Durand, marcada por los ingleses cuando tuvieron que abandonar la idea de conquistar y gobernar Afganistan: nadie nunca ha conseguido gobernar por largo tiempo a los afganos, ni siquiera los afganos.
Llego a Peshawar a las seis de la tarde, cuando hace todavia un calor infernal y el caos en las calles es total, por lo que busco una habitacion en un hotelito en la zona del Khyber Bazaar y me doy una ducha y cuando al anochecer refresca salgo a comer un guisado de pollo extraordinario. Aqui todos, absolutamente todos, visten el shalwar kamiz (una especie de largo pijama de algodon, generalmente blanco o beige), y por lo que he podido ver no somos mas de tres viajeros extranjeros en toda la ciudad.
Peshawar es sobre todo un bazar, un puesto de frontera y nido de traficantes convertido en ciudad. Se mezclan todo tipo de razas y de lenguas y el comun denominador es el Islam, y el look que predomina es el "taliban", a la pakistani, con shalwar kamiz, larga y frondosa barba, cabeza rapada y gorrito o turbante, mientras que las pocas mujeres que se ven estan escondidas dentro de un burka. La barba es senha de religiosidad, y las pieles son blancas, "caucasicas", y los ojos a menudo verdes o azules. Es una ciudad llena de peligro y de misterio, y en sus bazares se puede encontrar heroina y opio, por kilos, y kalashnikovs nuevos o usados, muy baratos. La frontera con Afganistan esta cerrada debido a la guerra contra los talibanes, pero en una zona de montanha, y semi-autonoma, y entre pueblos nomadas que viven de ambos lados, esa frontera es mas que porosa: es una coladera. En estos dias son las elecciones en Afganistan, y la tension es palpable hasta aca.
En el pueblecito de Darra Adam Khel, a solo diez kilometros de Peshawar, pero fuera de la jurisdiccion pakistani, la tribu local, los "afridi", se dedica a la fabricacion pirata de armas de fuego, profesion que han ido perfeccionando desde hace siglos. Hoy en dia son capaces de fabricar un M-16 o un AK-47 en tres dias utilizando tecnicas de herreria tradicionales e instrumentos y prensas manuales. Hacen alrededor de 700 piezas diarias, todas ilegales, y todas, o casi, terminan en manos de hombres de las tribus, o de los grupos armados como los mujaheddines, talibanes, y otros. Este rincon del mundo no es el mas pacifico.
En el Rose Hotel (que anuncia muy serio: "The Hotel staff is highly civilised & it is hoped that guests will also cooperate with them") conozco a Hussein Kausar, un hombre pashtun de unos treinta anhos, impecable en su shalwar kamiz, educado y de muy buen ingles, que se presenta como (y cito su tarjeta) "periodista, coordinador de treks y excursiones, escritor y fotografo". Se pone a mis servicios como si fuera yo un corresponsal de CNN, y me dice que con el, aqui, "everything is possible"; se ofrece, entre otras cosas, a llevarme ilegalmente a Afganistan, o a presentarme con algun capo de las mafias locales. Sonrio enigmaticamente para dejar abierta la puerta y quedamos en tomar un te mas tarde, para charlar. "No business", insiste sonriendo a su vez, "only talking".
Hay entre los viajeros que andan por estas zonas una cierta adiccion por la adrenalina, por el peligro, y algo de ello es indudablemente lo que nos tiene aqui. Pero el adicto siempre quiere mas, y aqui lo que sigue es Afganistan. Es como los deportes extremos: turismo extremo. Hay quien te organiza la visita al campamento talliban, y seguro que pagando hay quien te deja participar de la accion. A mi me gusta probar de todo, pero no soy un adicto y creo que con las regiones de Pakistan tengo suficiente, por ahora.
Las calles de Peshawar no son seguras por las noches, por lo que contemplo las calles del bazar, cada vez mas quieto y mas desierto, desde el techo del hotel, mientras que los geckos cazan mosquitos junto al foco pelon en la pared deslavada. Asi, al fresco de la noche, la ciudad parece apacible, pero el periodico de hoy anuncia la captura de Maulvi Umar, portavoz de los talibanes pakistanis, el Tehrik-i-Taliban, y se esperan naturalmente represalias. Estos son pueblos guerreros y la venganza, cuestion de honor. Y yo, transplantado aqui, en medio de una pelicula de la que no entiendo la trama, aunque reconozco que el genero es la ciencia ficcion: cyber-punk afgano.

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