Wednesday, December 16, 2009

TRASLADOS


Quedarse largo tiempo en un sitio en la India es siempre un placer, pero los traslados, por el contrario, son pequeños infiernos. Infiernillos.
Las horas de espera, la incertidumbre, los caminos en mal estado, y la caja de cambios destrozada que hacía del autobús Tata una batidora; de Macleod hasta Pathankot, que no deben de ser mucho más de cien kilómetros, tardamos cuatro horas y media: llegamos de noche y recorrimos los cinco kilómetros restantes hasta la estación de trenes de Chakki Bank en uno de esos rickshaws à la Mad Max, típicos de Pathankot. El expreso de Haridwar salió puntual a las ocho y media, y la noche pasó sin incidencias. Amanecimos un par de horas antes de llegar a Rishikesh, para fascinación de Bernardo que viajaba en tren por primera vez y que difícilmente despegaba los ojos de la ventana.
Una vez en Rishikesh fuimos a buscar una habitación a mi viejo ashram, el Ved Niketan, y ahora estamos de excursión en Laxmanjhula, a donde venimos a darnos un bien merecido baño en las limpias y heladas aguas del Ganges.

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