Sunday, December 20, 2009

SHANTI SHANTI


Encontré un maestro de yoga en Laxmanjhula. Se llama Govinda y enseña según la escuela Sivananda, un estilo muy distinto al ashtanga de Pattabhi Jois. Sus clases son fuertes pero shanti shanti, y le gusta obligar a cada uno a dar lo máximo, sin exagerar, y a profundizar en las posturas, en las que nos quedamos largo, largo tiempo, respirando y sintiendo el trabajo, entrando realmente en una meditación en movimiento. Las clases se llevan a cabo en una terraza que sobrevuela el Ganges, a pocos metros del puente colgante, y los changos se asoman para vernos practicar. El sol se acaba de poner y un enorme mono macho con el culo muy rojo está particularmente interesado en las asanas que estamos haciendo, y no sé porqué no se ríe de nosotros. Del otro lado del río llegan sin cesar los mantras de las pujas y la metralla de los cohetes que se preparan ansiosos para Diwali, el gran festival hindú de la luz.

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Diwali. El regreso a casa de Rama. Día feriado, día de luces y cohetes que pasamos en una playita del río hasta insolarnos. Bernardo está creciendo a pasos de gigante y construimos presas con piedras y arena, monumentales obras de ingeniería que fueron sumergidas por el río en pocos segundos cuando el agua subió de nivel.
Desde Pakistán llegan cada día más noticias de violencia: bombas asesinatos atentados en Peshawar, Rawalpindi, Islamabad y Lahore, en lo que es probablemente la más grande ofensiva de los talibanes en una década, y comienzo a darme cuenta de la suerte que tuve al pasar por ahí en el momento justo, increíblemente hace tan solo poco más de un mes.
En el libro de Naipaul, donde cuenta de una temporada que pasó en Srinagar, en el lejano 1962, encuentro ecos cercanos: “It was in politics as it was in religion. The analyses of the kashmir situation which I had been reading endlessly in newspapers had no relation to the problem as the kashmiris saw it”.

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Hoy apareció la luna nueva, la delicada rebanadita que aquí llaman Shiva Moon. La veo desde la terraza sobre el Ganges en plena clase de yoga, mientras del otro lado del río llegan los cantos del Ganga Aarti: “Om Jai Gange Mata, Jaia Maia Gange Mata…” Es una hora mágica, cuando por unos instantes el sol y la luna comparten el mismo cielo.
Los días se me van volando así, entre la vida familiar, el yoga, los baños en el Ganges. Shanti shanti, como dicen aquí.

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