Wednesday, November 25, 2009

LAS MONTAÑAS



Después de días de estarlo planeando, ayer finalmente subimos a Triund, el primer paso de montaña en los Himalayas partiendo desde el valle de Kangra. Triund está a tan solo nueve kilómetros de Macleod, pero en esos nueve kilómetros sube uno desde 1,600 hasta 2,900 metros sobre el nivel del mar, cosa que un adulto saludable hace a pie en cuatro o cinco horas, pero para subir con Bernardo no sabíamos cómo hacer: la solución fue contratar a un burro. Así que subimos ayer con toda una expedición: Ale, Bernardo y yo, Yves (un amigo francés que conocí en Lahore), Rocío nuestra amiga del yoga, que acaba de llegar, Ashok el dueño de los burros, su hijo, y dos burros porque dijeron que los burros siempre viajan en pareja. Será. Así que uno subió cargado de mochilas y comida y el otro con Bernardo, que venía feliz y no entendía porque estabamos cansados. Los dos burros: mil rupias. El regreso, al día siguiente, será a pie.
Yo había estado acá arriba hace ocho años, recién cumplidos los treinta y tres. Una excursión muy distinta, en circunstancias muy distintas: subí solo, en la lluvia, y una vez arriba dormí en una cueva, protegido por un fuego mantenido vivo con dificultad durante la noche, y comí la comida que me dieron unos pastores. Esta, en cambio, es la misma excursión en versión “pequeña familia”. Más cara, más difícil, menos serena, pero rica en buena compañía. Anoche cenamos juntos un thali alrededor de un fuego en un chai-shop (en Triund ya no hay solamente pastores… hasta acá va llegando el “progreso”), vimos las estrellas, y luego dormimos (los cinco) como tamales en una pequeña habitación que nos alquiló el tipo del chai-shop.
Hoy amaneció soleado en el paraíso, y las montañas se levantan en toda su majestuosidad y sin el velo habitual de las nubes. Hay muchísima actividad en el reino animal, y todo a nuestro alrededor son cuervos, halcones, buitres, ovejas, cabras, perros, y una infinidad de insectos, cada uno ocupado con sus menesteres. Nosotros, mientras tanto, desayunamos fruta, pan con mantequilla de cacahuate y mermelada casera de frambuesas silvestres y un té de hierbas pakistaní que Yves preparó en su hornito de gas.
El sol pega fuerte y hace contraste con el frío de la noche, y los prados verdes, fértiles y poblados por un ejército de cabras y de ovejas, me recuerdan a Heidi.









No comments:

Post a Comment