Monday, November 2, 2009

ESTAMOS COMO CABRAS



Después de cuatro días seguidos viendo y escuchando al Dalai Lama, mañana y tarde, ahora lo extraño. Su presencia sabia, dulce e inocente, su sonrisa, sus ojos nobles y amigables, sus pequeñas explosiones de risa. Es un honor tener a un maestro como él explicando el budismo, desde sus inicios, tanto históricos como filosóficos, hasta el punto más alto: la vacuidad, dharmakaya, el despertar de la bodhicitta, la realización; utilizando como texto guía los comentarios de Nagarjuna a la bodhicitta. Metafísica pura, unida a la compasión en su sentido más elevado, más absoluto: y para terminar el voto del bodhisattva hecho en presencia “of this image of the buddha Shakyamuni behind me, and of this living buddha before you”. No lo olvidaré nunca.
De pronto todo este viaje, que había sido propulsado hasta este momento por "el motor de improbabilidad infinita” (que imaginó para su nave espacial Douglas Adams, y que me ayudó a atravesar Asia), adquiere de pronto un nuevo sentido, un sentido inesperado, que, en una segunda reflexión, es producto también de la casualidad!(según el plan inicial estaríamos ahora no en Dharamsala, sino en Varanasi), y la suerte. Estamos felices, todo Dharamsala está feliz, hasta salió el sol.

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